Mi poesía puede perfectamente no conducir
a ninguna parte- Nicanor Parra-
Un hombre en el centro impreciso
del mar, apenas sostenido
por sus pies descalzos
formando una isla
de incontables dimensiones,
que las aguas coronan
con infatigable espuma.
Algo tenazmente aislado
lo sostiene, como a un árbol
infinitamente dormido,
con su abierto olor a distancia.
Hay un ruido
más gastado que el tiempo:
invencible y atroz,
como de animales perseguidos
por el lamento de la sal
y su influencia solitaria,
que lo definen
por su ahogo golpeado
de estar solo:
el mar
no tiene senderos.
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