A manera de prólogo

“Palabras sumergidas” es el nuevo desafío lector propuesto por Sergio Bartés, un hombre que ha decidido “Hojear el mundo / como a un libro interminable...” (Poema Travesía incierta) y que, en este volumen de poemas, va desandando el extenso camino hacia la pausa, la intensa meditación sobre el existir y la existencia, la celebración del acto de pensar como mecanismo constructor de un mundo iluminado por el destello azul de la palabra. Por ello, esta inconformidad con sus quehaceres; “ Estoy detrás de la luz / y me cuestiono su resplandor / que nunca alcanza / a iluminar lo imposible...” (Poema Hoy).
Bien sabemos que no hay nada más eterno ni efímero que el pensamiento. No obstante ello, es el fruto de las introspecciones del poeta quien atrapará al desprevenido lector en un mundo simbólico, un mundo de arquitecturas sombrías, un mundo de enigmas, secretos y presagios.”La persistencia de mi pensamiento(...) / sube por las paredes del sueño / como la ronca lengua / de una locomotora”. (Poema Un tiempo incierto).
Desde los obstinados intentos por encontrar la propia verdad el autor va hilando la trama de una poesía reflexiva que crece a medida que el discurso se interna en laberintos interiores donde descubre la trágica conciencia de la temporalidad, el doloroso itinerario del hombre”...cuando recorre / el desierto / que lleva adentro.” (Poema Loneliness).
Leer, entonces, la desvelada, la , por momentos, angustiada poesía de Sergio, es arribar al encuentro con cuestiones escasamente jubilosas, descriptivas, sensoriales pero, al mismo tiempo, sutilmente emotivas:”...En los surcos / en enlutados charcos,/ sólo veo miradas vacías / goteando hacia arriba / en el centro del lodo;/ donde nunca crecerán / la uva ni el trigo.” (Poema En la ciudad); es arribar al encuentro de evocaciones que reconocemos parte del imaginario colectivo y que son, por ese mismo motivo, capaces de disparar el pensamiento hacia otras evocaciones que componen nuestro propio universo mítico-fundante: ‘Y aunque se parezcan / a golondrinas, enredaderas,/ manos o sombreros, / son las mismas palabras terrestres / que siempre escribo”.(Poema Identidad).
A mi entender, este es un libro que se caracteriza por situar cierto acento de perpleja vaguedad en sus poemas a través del cual, Bartés expone o, al menos intenta exponer, la incertidumbre del propio universo, invitándonos a percibir la apertura a otra cosmovisión, a ingresar a su universo personal envueltos en un halo fantástico, intemporal, sintiéndonos rehenes de situaciones extrañas que, a lo largo del poemario, adquieren categoría de símbolos abiertos, sugerentes, polisemánticos “...estoy invadido / por la interminable / murmuración de la piel / y sus sílabas talladas.”(Poema Plenitud).
Pérez Zelaschi supo decir que nuetras abstracciones son fantasmagorías verbales surgidas en oposición al verdadero mundo, ese mundo que está hecho de cosas concretas, sensibles, y que, por lo tanto, la búsqueda artística, pertenezca ésta a cualquiera de las ramas del arte, debería concentrarse no en algo eterno, ni en algo efímero, sino en la eternización de lo efímero.
Entonces, las metáforas que el autor ha elegido para compartir el misterio, conducen al lector hacia el descubrimiento de una voz especial, una voz que revela distintas dimensiones para la misma desmemoria, que manifiesta idénticos dilemas, conflictos y estupores.
Es que “...Algo tenazmente aislado / lo sostiene, como a un árbol / infinitamente dormido,/ con su abierto olor a distancia.” Poema La espera y Sergio Bartés ya no podrá abdicar a este anónimo oficio de continuar diciendo, de asumir el destierro a un destino de indócil persistencia y, al mismo tiempo, de insurgente esperanza.

Norma Segades-Manias
Santa Fe, 24 de septiembre de 2007

Presentación

Soy un pasado.
Me vacío de mí
y me duermo
en el ojo
del silencio.

Mi presente
es una naranja
ermitaña.

Dedicatoria

una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo


la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos.





Alejandra Pizarnik.

Plenitud

Como una palabra
de infinito vuelo,
con tu andar inaccesible,
fundas el incontable espacio
donde habita la mirada.


Resucitas el verano;
maduras la manzana
que llevo a mi boca,
y mi lengua juega
con el sabor anunciado,
pleno de húmedo silencio.


Yo que buscaba cosas
de noble significado,
y símbolos
de influencia numeral,
estoy invadido
por la interminable
murmuración de la piel
y sus sílabas talladas.


Hay algo total en tu hora
que me disuelve
de ser pensante,
que estalla
como el hambre.

Instantes privados

En los espacios húmedos
que deja el mar
quisiera caminar descalzo
por la arena
vencida de sal.



Pintar las gaviotas
de azul
y hablar con ellas
en francés.


Y al atardecer
derramado de mí
escribir un poema
de perpetuidades.

Canto a un poeta

Un hombre de negro.
Hay en su cóncavo sombrero
palomas y halcones
conviviendo en una geografía
de torres derrumbadas,
donde emergen sueños
como gotas lentas
de túneles esenciales
y raíces confusas,
buscando la luz de la espuma
y el clamor de vagos tambores,
con sonidos parecidos al asombro
y a los gritos del fuego;


acontecimientos reflejados
en los silenciosos espejos
y en los sutiles cristales de los sueños,
perforados por naufragios
de anegamientos indescifrables.


Con las rodillas despegadas de la tierra
aspira fibras enrarecidas
por el abierto paso del sol,
y se sumerge en el incienso
singular de la poesía.

Identidad

En vano me aferro a los barrotes de la evasión posible
una flor cierra el camino.
Vicente Huidobro



Huyendo de mí
caí en una jaula tapizada
de palabras súbitas
y densos significados.


Se ubican en líneas
de curiosas extensiones,
como peces
de colores cambiantes
y bruscos movimientos;


Y aunque se parezcan
a golondrinas, enredaderas,
manos. o sombreros,
son las mismas palabras terrestres
que siempre escribo.

El intérprete

Cada palabra
tiene su cáscara,
pulpa, semillas.


Hay que abrirlas,
separar sus fragmentos,
amasarlas, licuarlas;


nutrirlas con sangre
y madurarlas al sol,
o a la luna, o al gesto invisible.


Soplarlas por el horizontal
corredor del vino
y el pan caliente;


dejarlas volar,
elegir su espacio
y unirse entre ellas.


Y acudir a la generosidad
espontánea del lector,
quién descubrirá el mensaje.

Hoy

Estoy detrás de la luz,
y me cuestiono su resplandor,
que nunca alcanza
a iluminar lo imposible,
que pasa incesantemente
como un viento
de interminable vuelo.


Hoy no me hablen
de palomas en sus nidos,
ni de espíritus celestes.


Estoy lleno de sustancias
que me envuelven,
como un lienzo
de desmedido silencio
y cerrados frutos.

Anhelos

Sería delicioso
quemar los zapatos,
la ropa y el sombrero;
romper el reloj
y derribar una computadora;

salir desnudo,
saludar con cortesía
a las damas, funcionarios
y predicadores;

amar a una mujer
en el banco de una plaza,
muy cerca de la estatua
de un guerrero;

hacerme amigo
de un perro vagabundo,
y compartir con él
un hueso y algunas pulgas;

y por las noches
escribir, escribir, escribir,
sólo con sangre
y metáforas terminales.

También sería delicioso
imaginar
que ya todo lo escribí.

Travesía incierta

Hojear el mundo
como a un libro interminable,
ver el río correr,
ansioso del mar
y su volumen de sal.

La noche no habla,
se duerme en las alcobas
del hábito desvelado,
y los estigmas de la fiebre.

Siglos de palabras vanas,
transfusiones emboscadas
de plegarias agonizantes,
substancias sometidas
por el óxido del tiempo.

Todo se rompe,
y por las grietas me asomo
buscando manos, ojos,
frases significantes.

Y nada.
Nada.

Estoy solo, como transportado
por una carreta lenta
de desvanecidas ruedas.

Quimera

La predecible vereda.
Mis pasos anunciados.
La rutina de los repetidos árboles,
alineados como herencia
de la memoria.


Vuelvo de algún lugar
donde la metamorfosis
se especializas en sueños;
voy-creo-a la casa
en la que presumiblemente vivo.


Encuentro la llave ritual,
que sin dificultad
introduzco en la cerradura
de una puerta
que se supone es la mía.


Sin embargo
desconozco el jardín
que en la oscuridad
me acecha,
donde una voz
pronuncia un nombre
que no es mío.

Palabras deshabitadas

El día que la muerte
llegó a su casa
la recibió de saco
y corbata sostenida
por mariposas súbitas.


Un vaso de vino en la mano
y un cigarrillo en la otra,
a lo que agregó una sonrisa
que iba más allá de su boca
y de la ecuación adúltera
de su ánimo.


Vamos, le dijo,
no hay apuro,
siéntate y hablemos
de la vida.

Un tiempo incierto

La persistencia de mi pensamiento
pleno de tumultuosos fulgores
sube por las paredes del sueño,
como la ronca lengua
de una locomotora.


Una mujer me mira
desde su nido de espuma anaranjada.


Agregando semillas elementales
a mi cuerpo impaciente;
presuroso camino hacia ella.

antes de que el sueño termine.

Reclusión incontable

El universo
improvisa giros continuos
con su contenido excéntrico
de cosas imposibles.


El hombre lo transita
en vaivenes interminables,
sostenido por deslizamientos
demasiado inciertos;


entonces ocurre
que confunde las puertas
que se abren hacia fuera
con las que solamente
sirven para entrar.


Y aunque insista
se va quedando al costado
de todo,
como si la travesía
la hubiera emprendido
para comprobar la solidez
de su encierro.

Limitaciones

When I think of the things I
endured tryring to be a writer.
Charles Bukowski



Del pensamiento me nutro,
penosamente
como una cruz interrogante.


Me habitan presencias
de vida y de muerte,
coronadas por materias intermedias;

son palabras de dudosos significados
formando frases inciertas,


que sólo serán intentos
de usadas preguntas.

Sin retorno

El tiempo se marcha
por su habitual recorrido
de cosas inmensamente acumuladas:


caracoles, ruedas, relojes,
manuscritos, ojos, bocas,
estudiantes, malabaristas ciegos,
pálidos escritores de consumida búsqueda,
relinchos definitivamente olvidados,
aguas como cruces aterradoras,
rostros de parpadeos demacrados,
espuma derribada del silencio,
marineros soplados por el vino,
mujeres con pechos de pirámides esenciales,
jardines de amordazada fragancia.


Y yo, sumergido
en la noche interminable del destierro
me veo pasar, disuelto
por las cifras del tiempo
y sus espesos aluviones
de gastada materia.

Anywhere

La muerte nunca confiesa
cómo ni porqué
se llama muerte.


En los ascensores, jardines,
campos de batalla,
en el hueco de un sombrero,
en las escaleras de mármol,
en la puerta de un convento,
entre las hojas de un libro,
en las vanas cárceles,
siempre habrá un hombre muerto
por otro hombre;


aquel, que cuando mira hacia abajo
pisa la noche
y la vuelve un charco de sangre.

Lo sé

Algún día
me iré de los lugares
que recorrí
y de otros que no conozco;


abandonaré mis versos
que ya nadie leerá
y las cosas que vanamente
me acompañaron.


Y seré un número
de una cifra infinita
en un pizarrón
de caída escritura.

Símbolos divergentes

Cuando miro fijamente
una figura
descubro que lo que veo
no es la imagen
de lo que veía,
sino densas figuraciones
de sueños anegados
por respiraciones inesperadas.


Entonces escribo:
sin mojarme los pies
con aguas estrepitosas,
ni atarme las manos con lazos limitantes;


escarbo las redes
tejidas dentro de mí
por sueños perforados,
y veo cucharas
recogiendo relojes rotos
por los gritos
de la sal enardecida.


Pero también veo palomas
en la madriguera del sexo,
fundando procreaciones
de sabores áureos.

Loneliness

Ardua travesía
la del hombre
cuando recorre
el desierto
que lleva adentro.

Tal vez la nada

Todo está
dentro de algo
que lo contiene
como un recipiente
hermético.



La apertura despojada
es una ficción imposible
y nunca sabemos
lo que hay dentro
de todas las cosas.

Poema incompleto

Los peces
con sus ideas sumergidas;


los pájaros
en un cielo obstinadamente callado;


los árboles
y su persistencia vertical;


el hombre
entrando y saliendo de una mujer;


el mundo
girando sobre un eje confuso.


Todo
parece estar hecho,


pero siempre
falta algo por hacer.


Aunque
no se haga nunca.

En la ciudad

De los minuciosos edificios
y las eléctricas calles,
nunca canté a la memoria
del cemento y el hierro
y sus acongojados utensilios.


Pero des-vivo en sus raíces
de interminables fotografías.
Soy un influenciado transeúnte
de alcantarillas
esmeriladas por la noche
y sus calendarios terminales.


En los surcos
de enlutados charcos,
sólo veo miradas vacías
goteando hacia arriba
en el centro del lodo;


donde nunca crecerán
la uva ni el trigo.

Persistencia desmedida

Se paga caro el ser inmortal.
Nietzche



Tatuado
por lo alto del día
y lo bajo de la noche,
el hombre se repite
como una prolongación
de sus deshabitados pasos
y se retrata en un rostro
de perpetua sombra.


Siente el cansancio circular
de los órganos
tercamente derrotados;
y la insoportable memoria
y sus compactas fibras.


Sobrevive,
sobremuere;

y en el centro
de lo infinito
se reitera en las cifras
de su propia carne,
y en las longitudes
del reposo
atrozmente fragmentado.

Poema funeral

Hablo de entrar
a la muerte
con todas mis vidas


Hablo de ser
el que a todas mis muertes
espera.

Palabras sumergidas

De las palabras pronunciadas
se desprenden ciertos murmullos
se parecen a cáscaras
que caen como impurezas
de cosidos sueños.


Y en ese simulacro
hay comunicaciones
que van pasando
por el centro inconcluso
de la palabra, y la definen.


Entonces descubrimos
el significado de un mensaje
escrito hacia adentro;


porque el sonido
siempre está afuera
del silencio.

Poema de un sueño

-Allí no,
prefiero en la biblioteca,
junto a El Quijote -
decía yo,
tratando de levantar
la voz.


Era inútil,
nadie me escuchaba.


Y la urna con mis cenizas
fueron depositadas
sobre el viejo piano
que ya nadie tocaba.

Oda a una pianista

Íconos nómades
de cinco alas
vuelan en la armonía de la escala.


Y de la madera sonora
gotean fluidos
que encienden la lucidez
de los frutos
y el despertar de la cigarra.


Sucede cuando las manos
en confabulación con el teclado
y sus movimientos flotantes
ensamblan el discurso
de la música fecunda.


A la profesora Elba Carrara

Anverso y reverso

Es el tiempo
de corregir el reloj
invirtiendo su marcha.


Entonces
lo que estaba debajo
se correrá hacia arriba.



Pero es preciso
desmantelar lo caído
y clausurar su lugar;


porque lo que se tacha
no basta
para mudar el crepúsculo.

Depuración

Calcar las palabras
que habitan la amarilla
franja del caos
y su desequilibrado rumbo.


Tamizarlas
como a la arena seca
y recuperar el rito
rumoroso de lo fragante.

Desprendido de mí

Dormir dormir en ti
Octavio Paz



Vuelo,
la noche me dice
que hay relámpagos.
No se ven
pero desnudan tu cuerpo
hecho de luna adolescente.


Te refugias en tu nido
de matices,
y hay algo que te convoca,
como una luz hambrienta
naufragando en tu pecho
de colinas agitadas;


mujer sumergida
por una lluvia azul
que difunde tu vibración
de impenetrable profecía.


Cuando el rumor de palpitaciones
quiebra el sueño
de la fiebre y él júbilo,
como un trueno interminable
estalla la piel del día,
y estás inundada de mí.

Conjunciones dispares

Dentro
de mí
desbocados
caballos
azules.


Y afuera
hay sol
en tu idea fija
de viajera
sobreviviente.

El hombre duplicado

Por esa repetición
de los matemáticos pasos
el hombre carga su sombra,
como una máscara
de vaga fisonomía
creciendo en los lentos muros
del hábito y la continuidad.


Hasta su propio cuerpo
se confunde con la sombra,
que lo traza borrosamente
cuando fundan una imagen
de materia indescifrable,
que el espejo imita
con petrificado gesto.

Visiones

Veo perros verdes
masticando huesos
de substancias deshojadas.


Y respiro cenizas
de palabras aéreas,
que en los hilos del poema
me definen.

Ilusión desmedida

Aun de pie
sigo cayendo;
un paracaídas
de mojada sombra
hace más lento
mi descenso.


Me acerco a cosas derrumbadas
por pezuñas como erizos
escarbando en los olores
rancios de la nada.


Veo poblaciones mordidas,
como sopladas campanas
del color indescifrable
de la muerte.


Si pudiera detener la caída
me sumergería
en un mar de violines
de encendidas cuerdas
y rosas
de pétalos invencibles.

Alegoría

En el centro
de la antigua biblioteca,
carbonizada por la penumbra
y el silencio
una silla, cuyo material
no diviso plenamente,
aunque sospecho que no es real.


Y en ella, inmovilizado
por un tiempo insubstancial
el fantasma de Borges,
repetido hasta el infinito
por un espejo circular
en la breve
esfera del Aleph.

Mary Shelley - una profecía (1)

Una mano anónima,
y un bisturí silencioso,
buscando órganos sobrevivientes
entre la materia sometida
por las confusiones de la carne
y el secreto de la vida.


Solamente un soplo
y un número
quedarán en la madera
del cóncavo ataúd;
lo ausente habitará
el vacío infecundo
de otros cuerpos.


Y el universo se poblará
de criaturas desenterradas:
serán los hijos de Frankenstein
o el moderno Prometeo.

(1) Mary Shelly (1797-1851) autora de Prenkenstein-obra de ciencia ficción.

La espera

Mi poesía puede perfectamente no conducir
a ninguna parte- Nicanor Parra-



Un hombre en el centro impreciso
del mar, apenas sostenido
por sus pies descalzos
formando una isla
de incontables dimensiones,
que las aguas coronan
con infatigable espuma.

Algo tenazmente aislado
lo sostiene, como a un árbol
infinitamente dormido,
con su abierto olor a distancia.

Hay un ruido
más gastado que el tiempo:
invencible y atroz,
como de animales perseguidos
por el lamento de la sal
y su influencia solitaria,
que lo definen
por su ahogo golpeado
de estar solo:

el mar
no tiene senderos.

Oda con una esperanza

Mil años sumergidos:
por mi nombre,
por mi escarapela,
por mis zapatos imprevisibles
y mi anunciado desayuno
de párpados y silencios.


Si pudiera quitar la etiqueta
que rotula mi frente
cerca de mis ojos
y sus aullidos
sordamente encerrados,
crecerían mis sueños
en la piel de la lluvia
y sus húmedas pestañas.


Hablo de cosas
que resbalan en los dormitorios,
y en la raíz del aire
tenazmente enrarecido
por los latidos del vino
y la fragancia del sexo.


Hablo de praderas
de ojos y girasoles;
y de las prolongaciones vivientes
en la boca del sol.


Hablo de borrar
mil años de espera,
de respiraciones falsas
sopladas por acumulaciones
de interminable vacío.

Como un eje erizado

el sexo del poema
se sumerge en las partes subterráneas
y los abanicos sutiles
de la rosa y la palabra;

vuela entre pájaros estrellados
por las fibras del fuego,
y aureolas de campanas
enmudecidas por otras estridencias.

Es el preludio del roce húmedo
de caracoles desbordantes,
coronados por los poros
del pan y la noche del nido.

Entonces brotan substancias
que se expanden como dedos vegetales:
gotas del insomnio genital
circulando en el centro de los cuerpos
golpeados por la simetría del gemido.

Poema

Nada de cielo siempre el silencio
André Bretón



Vuelvo a mis formas
insisto en mi ahogada
apariencia indefinida;
veo la inconclusa multitud
de intactos altavoces
y cigarras mutiladas
por el instinto irremediable
de lo doliente.

Es que la luz
se ha transformado
en una boca circular,
acechada por la previsible
sombra concéntrica
de los relojes sin cielo.

Son relatos de circuitos
copiados en pizarras
de rancios discursos numerados
y lenguas mordidas por el invierno.

Son desfiles inhóspitos,
perforaciones temporales
de gramática dudosa
y anunciada ausencia
desvelada por longitudes
herméticamente perpetuas.

Redención

Más ardua que la empresa de
Napoleón fue la de Raskolnicov.
J.L.Borges


Enagenación, furor, espanto
entre sus párpados
y la desvanecida luz
de sus ojos alucinados;
en los pájaros desequilibrados
por el carbón de los árboles muertos.

Hay tintas llenas de sal
en el instante sublime
del hacha justiciera
y la purificadora mano del crimen.

Está de pie, entre materias neutras
y gotas impiadosas como escamas
de golpeados labios,
y anillos oxidados por donde pasan
ríos de animales moribundos
asimilados al delirio.

Hay cadáveres interrogantes
en la agria oscuridad de la alcoba,
y un terrible corredor de sangre
abierto por la sorda extensión del acero.

Entonces se sintió transportar por la luz,
que después de golpear la piedra

se eleva a un mundo superior:
fue el superhombre que contempla su obra
desde lo alto de su razón,
sin culpa ni arrepentimiento.

Cuando en Siberia soportó su castigo
por fin recobró la ansiada paz,
y como Lázaro tuvo su resurrección.

Despedida

Extensiones


La nada
me espera
para comerme
y beberme

Pero la lluvia.
Pero la rosa.
Pero tu presencia


Es un día
musical
y yo me desentiendo
de esperas.

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